A través de la comida el boyacense refleja sus sentimientos, su estado de ánimo, su esencia. Es, en síntesis, su alma la que trasluce. El campesino, por ejemplo, si quiere agradecer, obsequia un canastico repleto, unas veces, de arepas con rica gallina campesina; otras, de almojábanas; otras, de quesos y, otras, de colaciones. Si va a celebrar un acontecimiento trascendental en su vida familiar o social, organiza un banquete sin reparar en gastos. Si recibe una visita que resulta grata, la atiende espléndidamente, así tenga que desprenderse de lo mejor de su corral, de su hato o de su parcela. La mesa del boyacense siempre muestra generosidad y buen gusto.